Pintar a miles de kilómetros de casa: mural Erykah Badu Ennis, Irlanda
xabier / diciembre 1st, 2017 / 0 Comment
Siempre que recibes una llamada para pintar en algún lugar lejano al que tendrás que llegar cogiendo un avión, el ego de artista se inflama automáticamente.
Además, en este caso la historia habla de un doble viaje, uno en 2012 para pintar un mural, y el segundo en 2017.
No deja de ser curioso que alguien que organiza un evento a miles de kilómetros de donde vives, descarte las múltiples opciones cercanas que tendrá y contacte contigo, para enredarse en complicaciones logísticas y aumento de presupuestos.
Sin embargo, para una artista siempre son buenas noticias pensar que tu trabajo se expande, y cuestiones organizativas aparte (que con el paso de los años se complican más), pintar lejos de casa es una oportunidad de trascender algunas fronteras virtuales (o reales), para que tu mensaje llegue a personas de diferentes culturas y lugares.
Ennis Street Arts Festival
Todo eso fue lo que sentí cuando en 2012 una llamada iluminó la pantalla de mi móvil mostrando aquel extraño prefijo 00353. Era una chica que curiosamente hablaba castellano y se llamaba Ana, y llamaba desde un lugar para mi entonces desconocido; era Ennis en el corazón de Irlanda.
La oferta era así de suculenta:
Estamos organizando un festival de arte callejero y nos encantaría que vinieras a pintar una pared del pueblo, podrás hacer lo que quieras.
El festival es el Ennis Street Arts Festival, que va consolidándose año tras año en esta localidad como uno de los eventos relevantes de esta “town”.
Un evento ecléctico en el que tienen lugar actividades diversas como el teatro, la música, performances o si, en efecto, una graffitera como yo pintando una pared…todo es arte.
De hecho, en mi primera visita a Ennis, hice piña con un grupo de flamenco del sur que también participaba en el festival, y pasamos tardes muy amenas viendo actuaciones en pubs…una ecuación curiosa esta.
Erykah Badu en un pueblo de la Irlanda profunda
Supongo que cuando contactaron conmigo desde la organización del festival, imaginaban que decirme “tema libre” suponían muchas probabilidades de que concluyera con el rostro de una mujer negra engalanando una fachada.
Que acabara siendo Erykah Badu atiende al hecho de que sea una sospechosa más que habitual en mi obra.
Y sin embargo, este hecho al que antes de embarcar hacia Ennis yo no daba ninguna relevancia, acabaría siendo muy significativo, hasta el punto de que estuvo cerca de hacer que el mural durara solo unos pocos días.
No es que a Erykah le sentara mal la lluvia de Irlanda, y de hecho lo siguiente cae dentro de lo anecdótico, ya que la mayoría del pueblo estuvo encantado con el trabajo desde el minuto uno.
La cuestión es que al margen de la trinidad de la de la cerveza, la música y la lluvia, en irlanda hay algo que para muchos también es sagrado…la religión.
Un grupo de católicos conservadores consideraron que la de Erykah no era una imagen adecuada, ya que, cito literalmente:
Aquello no era Cuba ni era un prostíbulo.
Este grupo se dirigió al ayuntamiento del pueblo (antorchas en mano supongo, para hacer más auténtica la estampa) y solicitaron que el mural se borrara inmediatamente, pero acabó imperando la lógica y Erykah se quedó en el pueblo…por muchos años.
De flores y bocas abiertas
La segunda curiosidad es que yo quería añadir flores al diseño, intuyendo que en aquel paraje llovería mucho y tratando de equilibrar la balanza con un poco de colorido.
Sin embargo, quería huir de tréboles o flores típicas de Irlanda y busque algunas que parecieran recónditas y muy vistosas.
Cuál fue mi sorpresa cuando la primera persona que se me acercó me agradeció que hubiera elegido esa flor que tanto significado tenía para ellos, ya que es la clásica que colocan en las entradas de las casas para dar la bienvenida a los invitados.
Otro de los comentarios que los simpáticos lugareños me hicieron de forma recurrente era que alucinaban con que pudiera pintar aquello a mano alzada, supongo que cuando dijeron que se haría un mural en aquel rincón debían esperar un entramado complejo de plantillas y marcas y un equipo de trabajo al completo.
Ahora me rio imaginando lo que pensarían al ver llegar a una chica con unos cuantos botes de pintura y una pequeña escalera bajo el brazo.
El día que finalicé mi trabajo y me despedí de Erykah, lo hice con un adiós, pensando que difícilmente volvería a ver aquel mural en vivo. Las curiosidades del destino me demostraron que debía haberle dicho simplemente hasta luego ya que el verano de 2017 volvería a Ennis a trabajar sobre ese mismo mural.
Escríbeme si tienes algún proyecto entre manos...
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