Muralismo y graffiti: 5 peculiares y subjetivas diferencias
xabier / febrero 23rd, 2018 / 0 Comment
Muralismo y graffiti, tan cerca y tan lejos, ¿son amigos? ¿hermanos quizás? o por el contrario, ¿más bien desconocidos primos lejanos?
La wikipedia seguro que tiene sus definiciones para cada una de las disciplinas, y los libros de arte por supuesto también, pero huyendo de criterios académicos, aquellas que nos hemos manchado los dedos con pintura muchas veces, nos creamos una definición propia, basada más en las sensaciones que vivimos en cada caso.
Personales, emocionales casi, estás son las 5 diferencias entre el muralismo y el graffiti para mi:
1- El muralismo es profesión y el graffiti ocio
Esta es la definición simple y llana a la que he llegado con el paso de los años, que me ayuda a comprender y encarar cada uno de estos “estados” de forma muy diferente.
Comencé a pintar por afición hace ya muchos años, y en esa época jamás me hubiera considerado muralista, lo que pintaba lo pintaba por puro ocio (casi por necesidad), por eso me resulta muy natural catalogarlo como graffiti.
Mi carrera profesional me deparaba seguir relacionada con sprays y botes de pintura, pero el terreno de juego y las reglas del mismo cambiarían.
Los encargos suponen tener que afrontar un trabajo con todos sus condicionantes; tiempo, presupuesto y otros tantos que menciono más adelante.
Y como esos encargos no los hago por ocio, sino para pagar las facturas a fin de mes, los considero mi profesión, y así se cierra el simple círculo.
2- En los murales presto más atención al detalle y acabado que en el graffiti
Deriva de lo anterior, y por supuesto tiene que ver con el hecho de hacer el trabajo de una de forma profesional.
Si alguien te encarga que le pintes un muro, espera un acabado original, elegante e inmaculado, y para eso se requiere esmero y cuidado, y en ese terreno en el que me muevo cuando pinto murales por encargo, los detalles cuentan.
Cuando graffiteo, afortunadamente, me permito mis licencias.
Sabes que el resultado no será exquisito, y en realidad, no te importa tanto porque lo relevante es el disfrute del momento, la conexión con aquella adolescente que comenzó a escribir bocetos en cuadernos de anillas.
3- Los murales los pinto generalmente sola y los graffitis con gente
Me considero afortunada porque al fin y al cabo me gano la vida en un mundo que me apasiona, pero no creas que todos los lunes me levanto de la cama tarareando algún tema de Michael Jackson y voy camino a mi estudio haciendo el moonwalker.
En mi caso, el trabajo diario conlleva muchas horas de soledad, tranquila y productiva la mayoría de las veces, pero soledad al fin y al cabo.
Por eso, cuando pienso en graffiti pienso en que sea una experiencia compartida con más gente.
Bien sea en un festival rodeada de viejos amigos, o en un viaje en el que conozco por primera vez a otras artistas, el graffiti me evoca estar rodeada de gente, compartir esa experiencia y nutrirme de ella.
4- El graffiti es más espontáneo, el mural más planificado
Pintar graffiti es casi un ejercicio de mindfulness, en el que lo importante es el momento.
Pinto y disfruto de lo que estoy haciendo y me surge de forma espontanea, sin pensar demasiado en el futuro de ese trabajo, que además será más o menos efímero.
Esa naturaleza efímera hace que lo que quede después sea una foto, y la sensación al marchar de no saber si estoy diciendo un hasta pronto o un hasta nunca a la obra, porque no se si seguirá allí el día que vuelva.
El muralismo, por el contrario, llama a la planificación propia de un trabajo por encargo.
¿Qué no te apetece pintar un día? pues poca alternativa te queda, si tienes que finiquitar un trabajo para una fecha. Igual de crudo que cualquier otro oficio, en definitiva.
Por eso el graffiti normalmente se pinta en unas horas, y el muralismo llama a trabajos de varios días.
5- En el muralismo la libertad creativa es limitada, en el graffiti absoluta
Así es, y así me gusta disfrutarlo. Pintar graffiti es dar rienda suelta a lo que me apetezca, inspire, o me motive en ese momento…y eso no tiene precio.
Además, el hecho de no ceñirme a un tema marcado hace que el graffiti adquiera un toque mucho más fresco, y porque no, creativo.
La mayoría de encargos de murales conllevan limitaciones, lógicamente. En ocasiones alguien puede querer que plasme mi obra en una pared particular, pero en la mayoría se trata de diseños con ciertas pautas o preferencias, que te hacen trabajar dentro de unos parámetros que tú no estableces.
Esto explica que mi obra personal y profesional en ocasiones no tengan nada que ver.
Muralismo y graffiti quizás al final no sean miembros de una misma familia
Ni hermanos, ni primos lejanos. Tal vez el tópico funciona en este caso, y se trate simplemente de dos caras de una misma moneda.
Escríbeme si tienes algún proyecto entre manos...
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