Murales como herramientas para recuperar recuerdos
xabier / diciembre 15th, 2017 / 0 Comment
Murales clásicos, modernos, graffiti, figurativos o más abstractos, los hay de mil maneras, formas y sobre todo colores.
El día que al ser humano se le ocurrió comenzar a pintar lo hizo sobre una pared, con lo que en esencia puede decirse que las primeras pinturas de la historia fueron murales.
Salvando miles de años desde aquellos acontecimientos, y afortunadamente para mi, esto es lo que seguimos haciendo hoy en día…pintar en las paredes.
Pero al margen del formato, hay características que coinciden entre esas primera pinturas y algunos de los murales que se hacen en la actualidad. Una de las que me parecen más interesantes, es la recuperación de historias a través de las pinturas en las paredes.
En los últimos años, varios de los proyectos en los que me he visto involucrada, han supuesto tener que recuperar vivencias o recuerdos del pasado, que en la mayoría de los casos no volverán a suceder.
Antes, durante y después de esos trabajos, he podido reflexionar sobre algunas particularidades relacionadas con estos murales en los que recupero todas esas historias.
Ahí van las tres que creo que son más importantes, aprovechando este mural en el que vuelvo a poner el marcha “el Plazaola”, un tren que unió Pamplona y San Sebastián, a principios del siglo XX.
1- El mural se integra mejor en la comunidad local
Los murales llevan asociado un componente de controversia muchas veces. Es diferente que sea un mural que se pinta por encargo o un graffiti, por supuesto, pero el hecho de que estén en el espacio público hace que sean muy visibles y expuestos a las opiniones de mucha gente.
Los habitantes de los lugares en los que pintas son aquellos que más verán la obra, con lo que es importante que los diseños seleccionados les agraden.
Al pintar obra personal, resulta más aleatorio que ese diseño seleccionado gusta a los lugareños. En ocasiones se da en la diana, y en otras hay que lidiar con críticas irremediablemente.
Sin embargo, cuando aquello que se pinta pertenece a la historia del propio pueblo o barrio, las cosas suelen simplificarse bastante, y la acogida tiende a ser mejor.
Las personas reconocen lo que ven, y en estos casos les trae recuerdos entrañables porque consideran aquello parte de su historia.
Es un arte más popular quizás, y la artista está condicionada por la temática o imágenes que le plantean, con lo que el reto se traslada más hacia cuestiones de diseño y composición.
2- Da mayor profundidad al trabajo
Muchos trabajos con administraciones locales son de este tipo, en los que por ejemplo un ayuntamiento, propone una temática concreta relacionada con la historia del pueblo, y la muralista tiene que resolverla sobre la información que le plantean.
Este mural de Lasarte fue uno de esos casos.
Estos proyectos suelen conllevar un ejercicio previo de investigación, porque lo más probable es que la muralista no tenga ni la más remota idea del tema planteado, como por ejemplo, cuando te toca pintar un tren que unía dos ciudades a principios del siglo XX.
Resulta un proceso muy interesante, porque sin haber comenzado a hacer un simple boceto, el trabajo de documentación contextualiza lo que harás, y te vincula con el proyecto concreto.
En esencia, ese paso previo hace que algunas preguntas que pueden surgir se vayan respondiendo solas, preguntas como:
¿Por qué estoy haciendo este mural aquí?
De esta forma, cuando comienzas a pintar el norte está muy claro y reflexionado.
3- Te conecta con los habitantes
Deriva del primer punto planteado, pero tiene que ver más con las interacciones con habitantes locales que se generan a la hora de estar pintando.
En muchas ocasiones me toca trabajar sola, lo que conlleva procesos de trabajo que inicio y concluyo sin nadie alrededor con quien comentar, entre otras cosas, los pormenores del trabajo que se está haciendo.
Al pintar en exterior, es muy habitual que la gente se acerque a preguntar sobre lo que estoy pintando, pero al hacerlo sobre una temática que interpela a esas persona directamente, esas reacciones se multiplican.
Personas jóvenes que no conocen la historia planteada, algunas a las que les suena y recuperan el interés por saber más, o aquellas que la han vivido en primera persona y te cuentan emocionadas sus recuerdos con los ojos llorosos.
Todo ello acerca la artista a las personas, sin que la primera tenga que decir una palabra. Es una situación algo mágica, por la que no hace falta que nos conozcamos de nada para entablar una conversación que puede durar varios minutos.
Es lo que empieza a forjar la historia de ese mural, y hace que yo misma guarde un recuerdo más entrañable del trabajo.
Paradojicamente, donde una historia acabó, comienza a dibujarse otras a través de estos murales.
Escríbeme si tienes algún proyecto entre manos...
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